Comunidad en proceso de renovación
Por José Antonio Pagola
No podemos seguir viviendo en nuestras parroquias y comunidades de manera rutinaria. Hemos de reaccionar. El papa Francisco nos está llamando a «una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» (EG 1). Hemos de superar miedos, rutinas y vacilaciones. Hemos de aunar esfuerzos y aprender unos de otros.
La opción de fondo ha de ser firme y realista: impulsar un proceso de renovación que nos lleve en los años venideros hacia un nivel de vida cristiana más inspirada y motivada por Jesús, y más comprometida a colaborar con él en el proyecto humanizador del reino de Dios.
Las principales opciones pastorales para conseguirlo:
Poner a Jesús en el centro de la comunidad para fundamentar nuestra fe con más verdad y más fidelidad en su persona, fuente y origen de la Iglesia.
Liberar la fuerza renovadora y salvadora del Evangelio, poniendo a los miembros de la comunidad en contacto más directo con los evangelios para que el mensaje de Jesús ilumine sus problemas, interrogantes y sufrimientos.
Recuperar el proyecto humanizador del reino de Dios como horizonte y objetivo de las actividades de la comunidad.
Reavivar el espíritu profético y evangelizador propio de las comunidades de Jesús.
Hacer de la compasión el primer principio de actuación de la comunidad en todos los niveles, en todas las actividades y entre todas las personas. La compasión que pide justicia ha de ser la fuerza que vaya transformando nuestras parroquias en comunidades samaritanas.
Aunar las fuerzas para impulsar el proceso de renovación, implicando a todo el pueblo de Dios en la variedad de sus miembros y carismas. Todos constituimos una comunidad de discípulos y seguidores.