El Papa Francisco instó a los laicos a hacer política y a ensuciarse las manos «por el bien común», aunque aclaró que fundar un partido católico «no sirve».
Francisco habló en la audiencia del 29 de abril a las comunidades de espiritualidad ignaciana Vida Cristiana y la Liga Misionera de Estudiantes de Italia, y ante ex estudiantes de la escuela de los jesuitas Máximo de Roma, semillero de políticos, economistas y personalidades de distintos ámbitos de la vida de este país. «Frente a la cultura de la ilegalidad, de la corrupción y del enfrentamiento», el cristiano está llamado a dedicarse al «bien común» también con el compromiso «en la política», dijo el Papa en su discurso.
Durante la audiencia, el pontífice entregó un discurso escrito donde ofrece «algunas líneas para el camino espiritual y comunitario».
La política, como decía el beato Paulo VI, «es la forma más alta y exigente de la caridad. Si los cristianos se desentendieran el compromiso directo en la política, sería traicionar la misión de los fieles laicos, llamados a ser sal y luz del mundo también a través de esta modalidad de presencia». Jorge Mario Bergoglio afirmó además que fundar un partido católico «no es el camino» porque «no sirve.
En vísperas del 1 de Mayo, el Papa se refirió al desempleo juvenil. «Acá, en Italia, entre los jóvenes desde los 25 años en adelante, el 40-41% está sin trabajo. Se descarta. Pero es el camino de la destrucción. Yo, católico, miro desde el balcón?», interpeló. «No se puede mirar desde el balcón. Mézclate. Haz política: te hará sufrir, tal vez te haga pecar, pero el Señor está contigo. Pide perdón y avanza. Pero no dejes que esta cultura del descarte nos descarte a todos», enfatizó el Papa latinoamericano.
Francisco señaló que la actividad política es también «un martirio diario: buscar el bien común sin dejarte corromper». Pero «hay tantos católicos que hicieron una política no sucia, buena», añadió Bergoglio, citando al italiano Alcide De Gasperi (premier 1945-1953) y el francés Robert Schumann, considerado uno de los padres fundadores de la Unión Europea y declarado Siervo de Dios en 2004. El Papa también invitó a las comunidades cristianas a la acogida de los llamados «lejanos».
Entre los «lejanos» -dijo el pontífice- «hay no pocos separados, que sufren por el fracaso de su proyecto de vida conyugal, como otras situaciones de malestar familiar, que pueden hacer trabajoso también el camino de fe y de vida en la Iglesia».
El pontífice no desaprovechó la ocasión para abordar los males internos de la institución que preside. «También en la Iglesia Católica hay corrupción. Siempre existe algo que desilusiona la esperanza y así no se puede. Pero la esperanza verdadera es un don de Dios, un regalo, y esa nunca desilusiona», afirmó.