Quien sigue a Jesús tiene con frecuencia la sensación de estar «perdiendo la vida» por una utopía inalcanzable: ¿No estamos echando a perder nuestros mejores años soñando con Jesús? ¿No estamos gastando nuestras mejores energías por una causa inútil?

 

 

 

Arriesgar todo por Jesús

Por José Antonio Pagola

No es fácil asomarse al mundo interior de Jesús, pero en su corazón podemos intuir una doble experiencia: su identificación con los últimos y su confianza total en el Padre. Por una parte sufre con la injusticia, las desgracias y las enfermedades que hacen sufrir a tantos. Por otra confía totalmente en ese Dios Padre que nada quiere más que arrancar de la vida lo que es malo y hace sufrir a sus hijos.

Jesús estaba dispuesto a todo con tal de hacer realidad el deseo de Dios, su Padre: un mundo más justo, digno y dichoso para todos. Y, como es natural, quería encontrar entre sus seguidores la misma actitud. Si seguían sus pasos, debían compartir su pasión por Dios y su disponibilidad total al servicio de su reino. Quería encender en ellos el fuego que llevaba dentro.

Hay frases que lo dicen todo. Las fuentes cristianas han conservado, con pequeñas diferencias, un dicho dirigido por Jesús a sus discípulos: «Si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mí, la encontrará». Con estas palabras tan paradójicas, Jesús les está invitando a vivir como él: agarrarse ciegamente a la vida puede llevar a perderla; arriesgarla de manera generosa y valiente lleva a salvarla.

El pensamiento de Jesús es claro. El que camina tras él, pero sigue aferrado a las seguridades, metas y expectativas que le ofrece su vida, puede terminar perdiendo el mayor bien de todos: la vida vivida según el proyecto salvador de Dios. Por el contrario, el que lo arriesga todo por seguirle encontrará vida entrando con él en el reino del Padre.

Quien sigue a Jesús tiene con frecuencia la sensación de estar «perdiendo la vida» por una utopía inalcanzable: ¿No estamos echando a perder nuestros mejores años soñando con Jesús? ¿No estamos gastando nuestras mejores energías por una causa inútil?

¿Qué hacía Jesús cuando se veía turbado por este tipo de pensamientos oscuros? Identificarse todavía más con los que sufren y seguir confiando en ese Padre que puede regalarnos una vida que no puede deducirse de lo que experimentamos aquí en la tierra.