El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, Mons. Ivan Jurkovič, en su discurso plantea la relación directa entre los derechos humanos y, en particular, el derecho a la vida y el derecho a la salud, incluida la necesidad de tener aire limpio para respirar.

 

Relación calidad de vida y calidad de aire
Esta afirmación tiene como soporte los datos que ofrece la Organización Mundial de la salud, que afirma que “alrededor de 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo están relacionados con la contaminación del aire ambiente que puede conducir a enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades obstructivas crónicas, enfermedad pulmonar, cáncer de pulmón e infecciones respiratorias agudas en niños”; y añade que más de 6,000 millones de personas viven en regiones que superan las directrices de la OMS para una calidad sana del aire y del ambiente”.

Mons. Jurkovič insiste en que “El cambio climático y la contaminación atmosférica están estrechamente interrelacionados debido a que las emisiones a la atmósfera, de los contaminantes y los gases de efecto invernadero que alteran el clima y otros contaminantes, se derivan en gran medida del uso de combustibles fósiles y de biomasa por parte de la humanidad”.

 

Nuestra responsabilidad con la humanidad
El Arzobispo matiza que “Si bien el cambio climático y la contaminación del aire afectan por igual a ricos y pobres, existe una evidencia creciente de su «impacto desproporcionado sobre los pobres y las comunidades pobres”.

El prelado invita a ser conscientes de que “La pobreza hace que las personas dependan de fuentes de energía contaminantes para sus necesidades básicas, y la pobreza aumenta los riesgos para la salud asociados a su uso. Por lo tanto, un sistema ecológico adecuado siempre incluye un enfoque social”, por lo que se hace necesario encontrar una solución que tenga «un enfoque integrado para combatir la pobreza, restaurar la dignidad de los excluidos y, al mismo tiempo, la protección de la naturaleza «.

Mons. Jurkovič insiste en que “La mala calidad del aire es un factor que contribuye a una amplia gama de efectos adversos, que afectan a las personas a lo largo de toda su vida”. Y finaliza su mensaje afirmando»Los efectos del desequilibrio actual sólo pueden ser reducidos por nuestra acción decisiva, aquí y ahora. Necesitamos reflexionar sobre nuestra responsabilidad ante aquellos que tendrán que soportar las terribles consecuencias».

 

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