Al recibir a la Confederación de Cooperativas Italianas el pasado 28 de febrero, Francisco recordó la historia de la realidad que representan, como «memoria viva de un gran tesoro de la Iglesia italiana», y alertó contra los peligros de poner el dinero por encima de la dignidad y centralidad de la persona humana recordando con Basilio de Cesarea -Padre de la Iglesia del siglo IV evocado por san Francisco de Asís- que el dinero es el estiércol del demonio. Y alentó a luchar contra las cooperativas deshonradas e inmorales.

«Lo repite una vez más el Papa ¡el dinero es el estiércol del diablo! Cuando el dinero se vuelve un ídolo, manda las opciones del hombre Y entonces arruina al hombre y lo condena. Hace que se vuelva un siervo. El dinero al servicio de la vida puede ser gestionado de manera justa por la cooperativa, si ésta es una cooperativa auténtica, verdadera, donde no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital. Por ello les digo que hacen bien – y les digo que lo hagan cada vez más – en contrastar y combatir contra las falsas cooperativas, aquellas que prostituyen su propio nombre de cooperativa. Es decir, de una realidad tan buena, para engañar a la gente con objetivos de lucro contrarios a los de la verdadera  y auténtica cooperación. Les digo que hacen bien,  porque es una vergonzosa y gravísima mentira, que no se puede absolutamente aceptar, el que se asuma en el campo en que obran, una fachada honrada,  y sin embargo,  persigan finalidades deshonradas e inmorales, dirigidas a la explotación del trabajo o a las manipulaciones de mercado, llegando incluso a escandalosos tráficos de corrupción» sostuvo el Papa.

Alentando a llevar la cooperación en los distintos sectores hasta las periferias existenciales -donde el sistema socio-político actual parece destinado a sofocar la esperanza-, el Santo Padre, con una exhortación y apoyo especial a las ‘empresas recuperadas’, recordó a los que no tienen empleo; la necesidad de impulsar una red de asistencia sanitaria; de justicia social; de armonización entre trabajo y familia, saliendo al paso de las necesidades de niños y ancianos. Y la necesidad de invertir bien, juntando los medios buenos para realizar obras buenas.