En un carta dirigida a los participantes de este año, el Papa Francisco destaca «la necesidad e importancia» de las Jornadas.
Vaticano, 31 de octubre de 2022
A los participantes
de la XXV Jornada de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Queridos hermanos,
Quiero hacerme presente con un cordial saludo a todos Ustedes que participan de esta XXV Jornada de Pastoral Social que, con vuestra participación y compromiso, revelan la necesidad e importancia de esta sana costumbre de la Pastoral Social de Buenos Aires. Las problemáticas abordadas, el oído atento a las cuestiones coyunturales, la posibilidad de detenerse para rezar, reflexionar y evaluar los esfuerzos realizados, ayudó a mantener viva esa exhortación de San Pablo «no te dejes vencer por el mal, antes bien vence el mal con el bien» (Rm 12,21). Vuestro compromiso no consiste solamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista sino ante todo una atención creativa y respetuosa que aprendió a reconocer al otro como a un hermano (Cfr. Evangelii Gaudium, 199). El Espíritu nos moviliza para que vivamos la profecía de la fraternidad.
En los encuentros Ustedes buscan discernir el presente y realizar el esfuerzo de imaginar un futuro posible, y esto urge si miramos la situación mundial: las guerras con su amenaza nuclear, la reciente pandemia y sus consecuencias en diferentes niveles, la crisis ecológica y migratoria, el aumento de la cultura de la explotación y el descarte… problemáticas a las que Ustedes podrían sumar las situaciones locales. Detrás de estas realidades, como música de fondo, me preocupa el crecimien-to de polarizaciones y extremismos que impiden construir y encontrarse en un «nosotros» común. Son muchos los conflictos que el repliegue en trincheras, tantas veces, ideológicas impiden solucionar. Poco a poco se erosionó el sentido de pertenen-cia capaz de romper la tiranía de la división y el enfrentamiento para posibilitar, con todas ·las diferencias legítimas que puedan existir, la congruencia de las voluntades en la búsqueda del bien común; que es mucho más que la suma de bienes individuales. La polarización corroe todo intento de soluciones y lo único que instala es desazón y descreimiento. En este contexto es imperioso recuperar nuestra capacidad de diálogo, esto es, acercarse, escucharse, conocerse y reconocerse para buscar puntos de contacto que nos ayuden a trascender. Para ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar (cfr. Fratelli Tutti, 198). En reiteradas ocasiones invité a desarrollar una cultura del encuentro, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. Es un estilo de vida, de cultura y ciudadanía que tiende a conformar ese poliedro que consiente muchas facetas sin perder la unidad.
Sabemos que las acciones y transformaciones posibles crecen y se desarrollan en la misma tierra que es capaz de engendrar la cizaña. El lugar de la esperanza es el aquí y ahora y está reservado para aquellos que no tengan miedo de aceptar, como el Señor nos indicó, que trigo y cizaña crecen juntas (cfr. Mt 13, 24-30). Sin esta perspectiva será muy dificil promover cualquier acción y emprendimiento que quiera impulsar, como señala la convocatoria de este año: La Argentina como comunidad de destino.
Los aliento a seguir este camino, no van solos. Recuerden que son hijos e hijas de una historia y de una Iglesia «que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es «sudor de frente»» (Evangelii Gaudium, 96).
Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa los cuide; y, por favor, no se olviden de rezar y hacer rezar por mí.
Fraternalmente