Se trata de una iniciativa promovida por el Alto Comité para la Hermandad Humana y a la que se une el Papa Francisco, quien ha comunicado a toda la Iglesia Católica:

El 14 de mayo es día de oración y ayuno en el que todos los creyentes del mundo, independientemente de su religión, nos unimos para pedir a Dios Creador que proteja a la humanidad afectada por la pandemia del coronavirus.

Y como la oración es un valor universal, he aceptado la propuesta del Alto Comité para la Fraternidad Humana de que el próximo 14 de mayo, los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus. Recuerden: el 14 de mayo, todos los creyentes juntos, creyentes de diferentes tradiciones, para rezar, ayunar y hacer obras de caridad”

Hagamos esta súplica común para invocar, con una sola voz, la ayuda de Dios para que preserve la humanidad, «la ayude a superar la pandemia, le restituya la seguridad, la estabilidad, la salud y la prosperidad, y haga que nuestro mundo, una vez eliminada esta pandemia, sea «más humano y más fraterno».

Confirmando la importancia del papel de los médicos y de la investigación científica para hacer frente a esta epidemia no olvidemos dirigirnos a Dios Creador en esta grave crisis. Por eso hoy todas las personas, en todo el mundo, nos dirigimos a Dios rezando, suplicando y ayunando, cada según su fe nos dirigimos al único Dios Creador para que Él elimine esta epidemia, nos salve de esta aflicción, ayude a los científicos a encontrar una medicina que la derrote, y para que Él libere al mundo de las consecuencias sanitarias, económicas y humanitarias de la propagación de este grave contagio.

Rezamos con algunos versículos del salmo 21:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?

Te invoco de día, y no respondes,

de noche, y no encuentro descanso;

y sin embargo, tú eres el Santo,

que reinas entre las alabanzas de Israel.

 

En ti confiaron nuestros padres:

confiaron, y tú los libraste;

clamaron a ti y fueron salvados,

confiaron en ti y no quedaron defraudados.

No te quedes lejos, porque acecha el peligro

y no hay nadie para socorrerme.

 

Me rodea una manada de novillos,

me acorralan toros de Basán;

abren sus fauces contra mí

como leones rapaces y rugientes.

Soy como agua que se derrama

y todos mis huesos están dislocados;

mi corazón se ha vuelto como cera

y se derrite en mi interior;

mi garganta está seca como una teja

y la lengua se me pega al paladar.

 

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;

tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme

Libra mi cuello de la espada

y mi vida de las garras del perro.

Sálvame de la boca del león,

salva a este pobre de los toros salvajes.

Todos los confines de la tierra

se acordarán y volverán al Señor;

todas las familias de los pueblos

se postrarán en su presencia.

 

En silencio cada uno pide a Dios con fervor que nos libre del mal y le ofrece según su propia realidad un pequeño sacrificio en este día.

Libranos Señor

– De todo mal,
– De todo pecado,
– De las asechanzas del demonio,
– De la cólera, del odio y de toda mala intención,
– De la peste,
– Del hambre,
– De la guerra,
– De la muerte eterna,

Nosotros, pecadores, te rogamos

– Que nos oigas,
– Que nos perdones,
– Que seas indulgente,
– Que te dignes conducirnos a verdadera penitencia,
– Que te dignes conceder a los pueblos de la tierra la paz y la verdadera concordia,
– Que te dignes fortalecernos y conservarnos en tu santo servicio,
– Que te dignes damos y conservarnos sanos y salvos en esta pandemia
– Que te dignes conceder el descanso eterno a los que han muerto por el coronavirus
– Que te dignes escucharnos, Dios creador de toda la tierra y del género humano.

Oremos.

Dios de la misericordia, Dios de la piedad, Dios del perdón, que te conmueves siempre por la aflicción de tu pueblo. Ven en nuestra ayuda con tu gracia divina para que, nos liberemos de cualquier contagio y nos salvemos de todo peligro. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.



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